¿Sabías que nuestro cerebro recibe alrededor de once millones de bits por segundo de nuestro cuerpo?
Probablemente la última vez que escuchamos algoritmo fue en un video de inteligencia artificial, algún artículo sobre big data o en temas sobre ética. La palabra evoca en nuestra mente un complejo procedimiento que puede resultar agobiante y repetitivo, pero no nos abrumemos; seguimos algoritmos al cocinar las recetas detrás de las gelatinas, mientras bordamos tejidos en el trasporte público y más, son la resolución comprobada para optimizar nuestra vida.
Interrogantes humanas
Nuestro tiempo no es infinito, así como nuestras energías, por lo que muchas veces nos encontramos en situaciones en las cuales tenemos que elegir óptimamente: ¿qué actividades debo hacer el día de hoy? ¿en qué medida debo arriesgarme por algo nuevo y en cuánto ir a la opción segura? En muchos casos, estaremos tratando de inventar el hilo negro, y adivinen quienes tienen la respuesta. Sí, nuestros imitadores de silicio y cobre.
Desde sus inicios, las computólogos han tenido que enfrentarse a diversas «interrogantes humanas»: ¿Cómo debe un procesador asignar su atención para atender todas las peticiones del usuario, con mínima sobrecarga y en el menor tiempo posible? ¿Cuál es la forma en la que empleará la menor cantidad de memoria posible? ¿Debería recabar más datos o tomar una acción con la ya obtenida?
Algoritmos del día a día
Como vemos, los ordenadores tienen décadas de experiencia optimizando sus recursos y sus soluciones también pueden aplicarse a la vida diaria: el parado óptimo nos indica cuando seguir y cuando apostar; el aprendizaje reforzado nos ayuda a encontrar el balance entre probar nuevas cosas y maximizar las ya conocidas; la teoría de ordenamiento permite ordenar mejor nuestras oficinas y la gestión de procesos nos permiten organizar mejor nuestra agenda.
Con esto no es que pretendamos sacar lápiz, papel y calculadora para hacer un estricto análisis numérico de que ropa ponerme el día de hoy, para nada. Las operaciones aritméticas son solo coser y cantar para las computadoras. En su lugar, seguir una conversación natural con un niño, ganar una partida de ajedrez o corregir un archivo corrupto son desafíos para ellas y todos tienen un elemento común: probabilidad.
Los problemas de la vida real requieren la aceptación de probabilidades, en ocasiones balanceando entre tiempo y precisión usando diversas aproximaciones y al final de cuentas no son más que algoritmos; procedimientos diseñados por humanos que son ejecutados por computadoras, los cuales también podemos programar en nuestro cerebro.
Piensa#
La ciencia es una forma de pensar mucho más de lo que es un cuerpo de conocimientos. Tomar decisiones óptimas no es resultado consistente del azar, sino más bien de procesos deterministas bien definidos o, en todo caso, heurísticos. La próxima vez que contratemos a alguien o rentemos ese apartamento podemos decir que «este es el bueno» sin más o bien, elegir al mejor luego de consumir el 37% de nuestros recursos.
Descuiden, exploraremos este número y otros más en entregas posteriores. Mientras tanto, ¿qué tal si programamos nuestro cerebro? 😉
[…] Algoritmos para optimizar tu vida […]
[…] Algoritmos para optimizar tu vida Gallery […]