Estás a la mitad del viaje de tu vida y justo hoy tienes la oportunidad de dar un último vistazo hacia atrás para decir adiós a todo lo que conoces y amas, con la incertidumbre si volverás algún día, pero con mira a que no será así. Esa sería la parte más superficial de lo que sentiría la sonda espacial Voyager 1 mientras tomaba la última foto familiar un 14 de febrero de 1990, donde la Tierra apenas se percibe.

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Mensaje en una botella

Dentro de algunos años, con algo de suerte, una nave extraterrestre encontrará una helada sonda y la recogerá para su análisis. Los alienígenas descubrirán que tiene incrustada un disco hecho de un material con 79 protones (oro) e instrucciones grabadas sobre como reproducirlo.

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Al hacerlo, encontrarán más de 100 fotografías de lugares y situaciones desconocidas para ellos, una selección de música, decenas de saludos pronunciados en diferentes idiomas humanos e incluso cánticos de los cetáceos, según lo indica el astrobiólogo Carl Sagan en su libro Murmullos de la Tierra.

Uno de los materiales más curiosos es el encefalograma de una mujer enamorada. Ann Druyan, dueña del cerebro apasionado, se preguntó si existiría alguna tecnología avanzada capaz de leer los pensamientos plasmados en ondas eléctricas. Solo el tiempo lo dirá.

El punto azul pálido

La imagen de la tierra a más de 6,000 millones de kilómetros tiene nombre (Un punto azul pálido) y es considerada entre las diez imágenes que han cambiado la manera de ver el mundo. Y no es para menos, debido a que de los 640,000 pixeles de la imagen, la Tierra ocupa menos de uno (0.12 px, de acuerdo a la NASA).

Dicha imagen también inspiró un libro homónimo que incluye una profunda reflexión acerca de nuestro lugar en el espacio. He de confesar que disfruto escuchándolo de vez en cuando, sorprendiéndome que no se interprete en las escuelas, iglesias o series mundiales. A continuación, con subtítulos:

 

Es increíble que gastemos nuestras vidas intentado obtener poder, estatus y lingotes de oro, olvidándonos de lo más importante: vivir. Vivamos de tal manera, que al final de nuestra efímera existencia, podemos simplemente sonreír y murmurar: «Fue una vida bien aprovechada«.